El enfado, ha sido definido durante toda la historia. Filósofos como Aristóteles, Séneca o Plutarco definían el enfado como una emoción o pasión intensa provocada cuando la gente sufre o percibe que sufre un dolor, insulto o injuria que les motiva un deseo de venganza u otro tipo de acción para castigar al ofensor o que este les restituya.

El enfado es una emoción experimentada por todo el mundo y es así, porque tiene un valor de supervivencia puesto que sirve para luchar. El mecanismo del enfado es inevitable, normal y saludable. Afortunadamente, en la actualidad no se suceden muchas situaciones en las que nuestra vida está realmente en peligro. Por lo tanto, el enfado se activa ante situaciones de peligro más simbólico, críticas, descalificaciones… Es adaptativo estar enfadados para poder actuar, poner una reclamación, no dejarnos intimidar por otra persona, defender nuestra opinión, etc. Sin embargo, a veces parece que la reacción del enfado sea excesiva, desproporcionada respecto a la situación adversa como gritar a otro conductor por haber hecho una mala maniobra, insultar a otra persona ante una crítica… En estos casos, puede existir un problema de enfado.

El desajuste de la emoción de enfado puede ser de diferentes formas: hay personas que se enfadan muchas veces; tienen una amplia gama de situaciones estimulares que les provoca enfado, otras personas se enfadan muy intensamente; presentan una alteración psicofisiológica muy elevada y muy rápida, llevándoles a externalizar la rabia con conductas disruptivas y agresivas, desde insultos hasta palabras groseras, pasando por violencia contra objetos, hasta agresión física,  y por último, otras personas a las que el enfado les dura mucho tiempo; tras la ofensa puede durar entre días y semanas, pareciendo estar en un estado constante de rencor. No son categoría excluyentes, por lo que se pueden dar varias de ellas simultáneamente. A todas ellas se le llama enfado patológico.

¿Qué señales se pueden tener en cuenta para detectar si se sufre enfado patológico?

  • Personas significativas de tu entorno que te dicen que te enfadas mucho.
  • Tu mal genio te ha traído conflictos sociales.
  • A veces tienes sensación de amargura y sientes que el mundo está contra ti.
  • Cuando te enfadas, tu cuerpo te envía muchas señales y muy intensas: puede ser calor, taquicardia, respiración agitada, rigidez y muchas otras.
  • Lo ves todo rojo y tienes ganas de bronca.
  • Si te enfadas mucho, puedes ser agresivo verbalmente; decir cosas de las que luego probablemente te arrepientas: insultos, descalificaciones o amenazas.
  • Si te enfadas mucho puedes ser agresivo contra objetos: golpes, patadas, portazos, lanzar y romper objetos…
  • Si te enfadas mucho puedes llegar a ser agresivo físicamente: sujetar, empujar, golpear, etc.
  • A veces, después de enfadarte mucho, crees que te has pasado.
  • El enfado es la emoción que más a menudo sientes.

 

 

Fuente: Domando al dragón. J. Sevillá y C. Pastor, 2016

 

 

Publicaciones Relacionadas