A lo largo de nuestra vida, todos atravesamos diferentes etapas. Unas suelen ser placenteras, divertidas e inolvidables y otras complicadas y difíciles de afrontar. Durante estas últimas es cuando, en ocasiones, podemos notar que nuestro estado de ánimo desciende y no nos sentimos igual, así como se deja de disfrutar de actividades placenteras con las que antes  sí podíamos disfrutar.

Es importante identificar algunos de los síntomas indicativos del bajo estado de ánimo, los cuales  varían mucho entre las personas. Por ello, a continuación aparecen algunos de ellos que pueden ser señales de advertencia y no deben ser ignorados.

  • Un estado de ánimo triste o irritable de forma persistente y/o sentimiento de vacío.
  • Llorar con frecuencia.
  • Cansancio o falta de energía.
  • Pérdida de interés en actividades de las que antes disfrutabas, falta de ilusiones, falta de ganas de hacer cosas…
  • Trastornos del sueño como insomnio, despertar antes de hora o exceso de sueño durante el día.
  • Trastornos del apetito como falta de apetito o cambios en el peso corporal, ya sea por pérdida o por ganancia de peso.
  • Pensamientos repetitivos sobre preocupaciones que despiertan ansiedad.
  • Pensamientos negativos, mala imagen acerca de sí mismo, sentimientos de culpa o de inferioridad.
  • Dificultad para concentrarse, sensación de pérdida de concentración o de memoria.
  • Dolores en diversas partes del cuerpo.
  • Pérdida del interés sexual.
  • En algunos casos graves, pensamientos de muerte o suicidio.

Todo el mundo se siente triste de vez en cuando, es parte de la vida. Sin embargo, cuando un estado de ánimo depresivo continúa durante algún tiempo, incluso después de un evento particular, o por ninguna razón concreta, la persona puede sufrir depresión clínica.

La depresión clínica es un trastorno que afecta a todo el cuerpo. Puede afectar la manera en que pensamos y en lo que sentimos, tanto física como emocionalmente. Por todo ello, es un problema de salud grave que afecta por completo a las personas. Además de los sentimientos, puede cambiar el comportamiento, la salud física y la apariencia, el rendimiento académico o laboral, la actividad social y la capacidad de manejar las presiones y las decisiones cotidianas.

Es un trastorno del estado de ánimo que puede ser tratada de forma efectiva poniéndonos en manos de profesionales y realizando una terapia adecuada.

 

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