Los padres esperan siempre que sus hijos logren aprender sin mayores complicaciones, que sus resultados sean acordes e inclusive mayores a sus expectativas, y que a la par vayan adquiriendo responsabilidades en sus tareas escolares. Sin embargo, esto no siempre es así y existen diversos factores que influyen para que nuestros hijos tengan bajo rendimiento en el colegio: falta de interés de los padres, poco compromiso de los colegios, menor calidad en los profesores, problemas de atención en los niños, malos hábitos de estudio, o en general, poco interés y motivación de los estudiantes hacia sus clases y deberes escolares.

Cuando un niño obtiene malas calificaciones en sus exámenes, la reacción inmediata de muchos padres es castigarles sin tener en cuenta otros factores. Sin embargo, la forma de afrontar las malas notas de nuestros hijos es un aviso de que se deben de cambiar sus hábitos de estudio y ante todo, tener en cuenta que los niños necesitan motivación y nuestro apoyo. La llegada de unos malos resultados académicos es una experiencia que muchas familias tienen que vivir en algún momento. El modo de afrontarlo tiene que tener en cuenta cómo se siente tu hijo y los motivos que pueden haber originado las malas notas.

A la hora de abordar las calificaciones, los padres deben de tener en cuenta que es mejorable y no dejarse llevar por la ira. Lo primero que hay que considerar es las exigencias que tienen nuestros hijos y éstas no deben ser excesivamente altas ya que, de lo contrario, será difícil que puedan superarlas.

Debes de hablar con tu hijo detenidamente sobre el asunto, y hacerle partícipe del problema para que se involucre en la búsqueda de soluciones, ya que además es un aspecto muy positivo para él de cara a su futuro. Lo importante en estos casos es tener en cuenta que es un problema que tiene solución y que se debe trabajar en ello para mejorarlo y que no vuelva a pasar. Por tanto, los padres son los primeros que deben de concienciar a sus hijos de que las malas notas pueden superarse  y hacer entender al niño que, con esfuerzo y dedicación, podrá mejorar.

Los refuerzos positivos en estos casos son muy importantes y debemos de felicitar al niño cuando observemos que está tomándose en serio sus estudios para mejorar las malas calificaciones. Así, se sentirá motivado a continuar por el mismo camino.

Por otro lado, los desaciertos más habituales de los padres vinculados con el aprendizaje y la educación escolar de los hijos son los siguientes:

  • Ejercer de maestros; ayudar a los hijos a hacer los deberes, estudiar con ellos y  explicarles la lección o corregir sus trabajos. Sin embargo, es un error pretender ser padre y maestro a la vez porque el tiempo de estudio puede convertirse en una tortura para padres e hijos. El papel de los progenitores es acompañar el aprendizaje de los hijos y así trabajar su autonomía en sus estudios.
  • Sobreestimular a los niños; suele tener efectos contraproducentes en forma de problemas de atención, de falta de concentración, de hiperactividad… los padres deben asumir la capacidad real de sus hijos o aceptar sus limitaciones.
  • Solventarles los problemas; solventar los problemas de organización de los hijos. Es importante dejar que los hijos afronten esos problemas solos, aunque eso suponga entregar un trabajo tarde y que le bajen la nota, pero han de aprender a organizarse y solucionar sus problemas.
  • No respetar la línea de la escuela; algunos padres intentan enseñar a sus hijos a leer o a calcular por sus propios métodos, o les ponen tareas de refuerzo en casa, sin tener en cuenta que quizá están interfiriendo en el ritmo o el método pedagógico que sigue la escuela.
  • Cuestionar a los profesores; no apoyar a los maestros, mostrar constantemente el desacuerdo con el profesor en presencia de los hijos, es otra conducta errónea de algunos padres.

En definitiva, los padres tienen que afrontar de forma positiva y constructiva las calificaciones de sus hijos y ayudarles a mejorar con una orientación adecuada.

 

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