Es común que los niños pequeños se despierten varias veces por las noches, ya que todavía están empezando a controlar estos despertares nocturnos (que suelen llegar a controlarlos hacia los 3-4 años de edad); y otras veces se despiertan porque han tenido alguna pesadilla. En niños suelen empezar alrededor de los 2 años, aunque cobran más protagonismo entre los 3 y los 6 años.

Las pesadillas son “sueños desagradables” que se recuerdan y que suceden en fase REM. Como esta fase es más frecuente en la segunda mitad de la noche, las pesadillas también suelen darse con mayor frecuencia en este periodo.

Antes de los 2 años no han adquirido el lenguaje suficiente para explicar lo que les ocurre y su imaginación puede no ser tan rica como para poder provocar una pesadilla bien estructurada. No obstante; se sabe que los niños tienen una fase paradójica (o REM) desde bien pequeños y, por lo tanto, a su forma, pueden tener buenos y malos sueños en el sentido de experimentar en esta fase buenas o malas sensaciones.

No se conocen los mecanismos que provocan la aparición de pesadillas y la mayoría de ellas ocurren sin ninguna razón aparente, aunque puede existir una relación con alguna situación que estén viviendo, como una mudanza, un cambio de escuela, tensiones familiares, algún acontecimiento traumático… O también si durante el día han presenciado escenas violentas en televisión o al leer determinados cuentos. La función de la fase REM es la de asimilar, ensayar y aprender situaciones relacionada con las que nos han sucedido durante el día, por lo que podemos pensar que cuando los niños tienen pesadillas es porque les ha ocurrido algo que les está costando algo más de “digerir” o le genera algo de ansiedad.

 

¿Qué tipo de ansiedad puede provocar pesadillas en los niños?

  • Entre los 9 y los 18 meses los niños experimentan la ansiedad de separación, cuando se separan de sus figuras de apego.
  • Entre los 2 y los 3 años pueden tener miedo por perder el cariño de sus padres si no tienen un buen comportamiento o no logran a controlar esfínteres adecuadamente.
  • Entre los 3 y los 6 años se dan cuenta de que tiene sentimientos ambivalentes (como querer a un hermano y tener celos), y la dificultad para gestionar emociones e integrar los grandes aprendizajes y descubrimientos de esta etapa.

 

Los adultos podemos canalizar de mejor forma todo lo que nos va ocurriendo durante el día a día, pero los niños asimilan con más dificultad. Así pues, estos sentimientos no canalizados necesitan hacerlos tangibles y convertirlos en algún símbolo, y es entonces cuando aparecen los monstruos, símbolos de sus sentimientos, reexperimentando por la noche de forma distorsionada las situaciones vividas.

 

Los padres no podemos evitar las pesadillas de nuestros hijos, pero sí podemos ayudarles a dormir más relajadamente, y, por tanto, favorecer que se reduzcan las pesadillas. Para ello, algunos consejos generales antes de irse a dormir podrían ser:

  • Mantener un horario regular para acostarse y levantarse.
  • Seguir una rutina cuando llega la hora de ir a la cama que les ayude a estar más tranquilos y a sentirse seguros como bañarse, leer, hablar sobre cosas agradables…
  • Evitar ver la televisión antes de ir a dormir o leer cuentos que le puedan dar miedo, sobre todo si se ha podido comprobar en otras ocasiones que les produce pesadillas.
  • Tener en cuenta que los resfriados y obstrucciones nasales pueden ser los desencadenantes cuya temática tenga que ver con asfixia y ahogos.
  • Reducir el estrés diurno en el entorno del niño y evitar reñirle en periodos críticos.
  • Intentar evitar las separaciones prolongadas de los padres puesto que son vividas muy ansiosamente por el niño.
  • Hablar de lo que ha sucedido durante el día y deja que exprese lo que siente sin juzgarle.
  • Tranquilizarle y preguntarle qué puedes hacer por él antes de irte a dormir, ya que a veces soluciones como una pequeña lucecita o dejar la puerta abierta suele reducir su ansiedad.

 

Después de la pesadilla:

  • Acudir a tranquilizarle, pero sin quitarle importancia a lo que ha pasado. Intenta evitar frases como “no ha sido nada”, “es una cosa sin importancia”, o “te has asustado por nada”, puesto que pensará que no le comprendes y si se siente incomprendido aún tendrá más miedo. Para los más pequeños, lo que ha sucedido es real, no quieren oír un “no corres peligro” o “estamos contigo”, cuando son un poco más mayores y ya diferencian la realidad del sueño, sí pueden sentirse tranquilizados y arropados con estas frases.
  • Pasa tiempo a su lado. No tengas prisa. En estos casos el calor humano y la compañía es el método más aconsejable para reducir el miedo. No es el momento de ser inflexibles y duros, de ridiculizarles o dejarles encerrados en su habitación.
  • Mantén una actitud de seguridad, transmitiéndole que nada malo puede pasarle a tu lado.
  • Si la pesadilla es muy recurrente, intenta construir una historia alternativa con el sueño de tu hijo en el que el final sea feliz, o donde el monstruo desaparezca. Puedes usar la imaginación del niño para hacer desaparecer los “causantes” de las pesadillas por ejemplo utilizando un supuesto spray especial para eliminar monstruos.
  • Ayúdale a volverse a dormir. Para que pueda conciliar el sueño necesita cambiar su estado de ánimo recibiendo cariño y mimos.

 

Fuente: Dormir sin lágrimas. Dejarle llorar no es la solución. Rosa Jové. La esfera de los libros, S.L. 2011.

 

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