La llegada de la primavera, así como también sucede con la llegada del otoño, ha estado siempre muy relacionada con los cambios de ánimo. Y esto no es casualidad. Encontramos la respuesta sobre todo en  el cambio que existe en relación a las horas de luz a las que nos encontramos expuestos/as. A esto debemos sumarle también el cambio de las temperaturas que comienzan a aumentar. Todos estos nuevos fenómenos hacen que en nuestro sistema hormonal comience a fabricar mayor cantidad de algunas sustancias que alteran nuestro estado de ánimo. Pero, no sucede en todas las personas por igual.

Existen dos tipos de cambios a nivel anímico que pueden sucederse con la llegada de la estación primaveral:

  • El primero de ellos es un aumento de nuestro ánimo. Nos sentimos más vivos/as, positivos/as y alegres que nunca. Vemos la vida de un modo distinto, como con otro color. Comenzamos a tener muchas más ganas de hacer cosas, debido a la energía que sentimos. Nos apetece estar mucho más tiempo en la calle y quedar con más personas. Dedicamos menos tiempo a dormir y sumamos más ratos de ocio a nuestras vidas. Incluso sentimos que nos es mucho más sencillo relacionarnos con otra gente.

Todo esto tiene una explicación claramente hormonal. Con la llegada de la primavera nos sentimos “alterados” ya que esta favorece la liberación de serotonina, dopamina, oxitocina o la noradrenalina. Todas estas hormonas están relacionadas con la felicidad, el estado de ánimo, el placer o el alivio del estrés. Su producción en mayor cantidad en algunas personas hace que, lógicamente, se sientan más vitales y con un grado mayor de felicidad que en la estación invernal que le precede.

 

  • El segundo tipo de consecuencia anímica que podemos encontrar en las personas con la llegada de la primavera es la conocida como “astenia primaveral” o “depresión primaveral”. Al contrario de lo que anteriormente hemos descrito, en este caso las personas que la sufren se sienten cansadas y con mucha menos energía de la que tenían con anterioridad. Suelen tener dolor de cabeza y falta de memoria. Necesitan más horas de sueño, y a esto se suma un posible sentimiento de soledad y tristeza al que no consiguen darle demasiadas explicaciones. Es una sensación de fatiga y decaimiento general.

Esta situación no suele durar mucho en el tiempo, en unos días o un par de semanas las personas que sufren este cuadro suelen remontarlo.

 

Por todo esto, las emociones en primavera pueden ser muy distintas. Sean como sean, saber gestionarlas siempre nos va ayudar a encontrar el equilibrio en nuestras vidas. Tener una vida equilibrada nos hace estar mucho más conscientes y fijar nuestros objetivos desde el ahora y no desde los impulsos. No es recomendable tomar decisiones a largo plazo por emociones pasajeras.

 

¿Qué podemos hacer para paliar los efectos negativos de la primavera sobre nuestro organismo?

Ahora que ya sabemos a qué son debidos los cambios en nuestro estado de ánimo, podemos hacer lo propio para disminuir los efectos adversos que puede llegar a provocar la primavera en nuestra salud. Y pasar esta bonita época del año de la mejor forma posible.
Recomendaciones:

  • Dormir entre 7 y 8 horas diarias, como mínimo
  • Llevar a cabo una dieta sana y equilibrada rica en verduras y frutas, aprovechando los productos propios de la estación. Beber abundantes líquidos y evitar la ingesta de azúcares y productos difíciles de digerir.
  • Practicar ejercicio físico al aire libre diariamente.

 

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