Desde hace unos días, los menores de 14 años pueden salir a la calle a dar un paseo. Poder salir al entorno es fundamental para su desarrollo cognitivo y psicomotriz, ya que los niños necesitan jugar y correr, y muchos han tenido que hacerlo en un entorno muy reducido. Esta oportunidad de iniciar el desconfinamiento, supone una serie de beneficios en los más pequeños:

  • Mejora su bienestar emocional. Aunque se trate de sólo una hora de paseo con uno de los padres, van a tener un pequeño rato de ocio, de entretenimiento y de desconexión.
  • Mejor comportamiento en casa. Las rabietas y comportamientos inadecuados que hayan presentado durante la cuarentena, es posible que se reduzcan desde que tienen la oportunidad de salir a la calle.
  • Contribuye a regular su sueño. El hecho de que puedan “descargar la tensión que antes no podían” disminuyendo así sus niveles de estrés, junto con la exposición solar durante las salidas y la regulación de los ritmos circadianos, ayudará a que puedan conciliar y mantener mejor el sueño.
  • Aumento de habilidades perceptivas, ya que vuelven a “reactivar” sus cinco sentidos, de habilidades psicomotoras como el equilibrio, y de la curiosidad.

Por supuesto, esta medida también ha supuesto una ventaja para los padres. Por un lado, perciben estas mejorías en los más pequeños, y por otro, también implica un alivio para ellos ya que al acompañar a sus hijos a dar una vuelta tienen también la oportunidad de despejarse y liberarse de ciertas tensiones.

No obstante, no todos los menores se alegran de poder salir, para algunos estamos ante una situación amenazante y temen ser contagiados. Llevamos más de 45 días confinados, donde se oyen muchas cosas en las noticias, escuchan también los comentarios que hacemos los padres delante de ellos, ven por la televisión o por el balcón que las calles están medio vacías y además llevan mascarilla, y es posible que conozcan a alguna persona que haya estado ingresada o presentando síntomas de coronavirus. Por lo que se entiende que experimenten este miedo a “volver a la normalidad” siendo que todavía sigue el virus, y que por tanto, puedan negarse o resistirse a salir a la calle. No es malo que tengan miedo, pero sí sería conveniente que fuera enfrentándolo para evitar que se convierta en patológico. Así que tenemos una oportunidad perfecta para enseñarles a lidiar con esta emoción.

¿Cómo podemos ayudarles si tienen miedo?

  • Evitar presionar. Podemos animarle a que vaya saliendo pero nunca forzar o insistir. En realidad, se trata de una medida para ayudarles emocionalmente, por lo que si les forzamos, estaríamos haciendo lo contrario.
  • Explicarle que no es obligatorio salir, que han aprobado la medida para que pueda salir pero que si aún no está preparado o no le apetece, que no pasa nada, que podréis salir en unos días.
  • Debemos exponerle las normas a cumplir antes de salir, intentando no alarmarles: uso de mascarilla, evitar tocar nada, no acercarse a menos de dos metros en caso de encontrarnos con algún conocido, debe permanecer cerca del adulto que le acompaña…
  • Dejarle que elija el niño/a cuándo y cómo quiere salir. Que elabore un plan, una ruta… puede ser de forma gradual, empezando por pocos minutos y cada día alargar un poco más el tiempo en la calle… que se sienta partícipe en este proceso le va a ayudar a sentirse más confiado.
  • Si en el momento de salir a la calle se echa para atrás, lo respetamos. Validamos esta emoción y le animamos a probar en otro momento.
  • Si refiere tener miedo, podéis empezar a hacerle frente de forma gradual, por ejemplo, primero observando cómo otros niños lo hacen. Os podéis asomar al balcón y comentar los niños que veis, si llevan mascarilla, si llevan algún juguete, si van de la mano…
  • El siguiente paso podría ser imaginar dónde le gustaría ir cuando salgáis, que se vaya “exponiendo en imaginación” es algo que le va a ayudar, ya que visualizarse haciendo algo que le cuesta, allana el camino para cuando lo haga en realidad.
  • Evitar comparaciones. Aunque nos puede ayudar basarnos en cómo otros niños están saliendo, debemos tener cuidado con las comparaciones para evitar que se sienta inferior y más inseguro.
  • Tener en cuenta el lenguaje con el que le hablamos. Cuidado con mencionarle muchas veces que no toque nada, que se lave las manos, que vaya a tu lado… Lo recomendable sería recordarle las normas antes de salir de casa, y limpiarse bien las manos al volver.
  • En caso de que toque alguna cosa durante la salida, no reñirle ni asustarlo más. Podemos decirle algo como “no pasa nada, vamos a desinfectarnos las manos y ya está, recuerda que no podemos tocar nada, seguro que a la próxima te acuerdas”. También nos puede funcionar que lleve un juguete u otro objeto en la mano así tiene las manos más ocupadas y es más difícil que se le escapen hacia otros lados.
  • Refuerza cada intento que el niño realice. Si siente que confías en él y que le estás respetando y apoyando, se sentirá cada vez más seguro y confiado y poco a poco se irá animando a vencer sus miedos.
  • Al llegar a casa, animarle a dibujar y escribir lo que siente. El proceso no acaba en el paseo. Podemos invitar al niño que cuente su historia en un dibujo o un cuento, que puede convertirse en una puerta de entrada que nos permita acceder a sus temores y preocupaciones

Si una vez pasa el tiempo, se observa que el temor se escapa de normal, que las pesadillas o la ansiedad son persistentes, sería recomendable contactar con un profesional para que pueda realizar una evaluación e intervención pertinente. Debemos tener en cuenta que el camino hacia el desarrollo psicosocial normal es mucho más largo, y que la “normalidad” no llegará hasta que puedan hacer deporte, excursiones, asistir a extraescolares, jugar en los parques… ya que la interacción con otros niños y compañeros de clase aún no se va a dar, y es aquí donde el niño aprende a relacionarse, a resolver conflictos con iguales, a regular sus emociones, a crear vínculos, y a conocer las reglas del funcionamiento de la sociedad.

 

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