El miedo es una reacción fisiológica diseñada por la evolución para eludir situaciones de peligro. Muchos niños expresan temor ante situaciones cotidianas concretas (ir a dormir, quedarse a oscuras, quedarse solo, ir a la escuela…).

Los miedos que son transitorios y están vinculados a la edad no deberían de ser considerados como fobias. Por tanto, en niños y adolescentes una fobia es una forma especial de miedo que:

  • No guarda proporción con el peligro de la situación
  • No puede ser explicado ni razonado
  • Está fuera del control voluntario
  • Lleva a evitar la situación temida
  • Persiste durante un periodo prolongado de tiempo
  • Es desadaptativa
  • No se asocia a una edad o etapa específica del desarrollo

Los miedos “normales”, son espontáneos, no dependen de un aprendizaje asociativo. Filogenéticamente estamos preparados para constituir un mecanismo para la supervivencia. Lo normal es que se habitúen a estos miedos y desaparezcan ya que la finalidad adaptativa de los miedos evolutivos es transitoria. No obstante, algunas veces se convierten en fobias intensificándose ese miedo o perdurando en el tiempo tras haber pasado la etapa evolutiva. Los factores que influyen en que estos miedos normales se conviertan en fobia son:

  • Predisposición personal (algunos niños son más propensos a sentir ansiedad y a reaccionar de forma inhibida)
  • Patrones de transmisión familiar (expresión de miedo en presencia de los hijos, sobre todo por parte de la madre)
  • Información negativa (ver noticias en televisión…)
  • Experiencias directas de condicionamiento donde el niño ha pasado miedo.
  • No exponerse a los estímulos que le generan miedo en situaciones de seguridad.

 

Entonces, ¿qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos a sobrellevar los miedos que sí son “normales” para la edad, o evitar que estos miedos puedan convertirse en fobias?

  • Evita asustarle con historias de brujas, fantasmas, ogros… principalmente antes de acostarle. El niño ha de entender que estos personajes solamente existen en los cuentos y películas.
  • Es importante que no le hagas sentir mal por experimentar miedo, explícale que el miedo es normal ante determinadas situaciones. Evita reñirle, obligarle a cambiar de actitud o ridiculizarlo.
  • Ofrécele tu apoyo y demuéstrale que no tiene por qué tener miedo de una situación cotidiana. Ayúdale a analizar racionalmente que está fuera de peligro.
  • No le mientas en situaciones que el niño siente miedo, ya que eso hará que se intensifique, por ejemplo, cuando tiene que vacunarse no le digas que no le dolerá.
  • Habla con él de qué es lo que le preocupa y que pueda expresar cómo se siente.
  • Ayúdale a que él mismo evalúe su nivel de miedo y proporciónale estrategias para que, poco a poco, vaya superándolo (respirar profundamente, pensar en cosas agradables, recordar por qué está fuera de peligro, etc.)
  • Poco a poco, id afrontando los miedos juntos en la medida de lo posible, por ejemplo, si el niño teme a los perros, no cruces de acera por no encontrarte con uno.
  • Evita transmitir tus miedos a tu hijo. Recuerda que tus miedos no tienen por qué ser los de tu hijo. Puede que a ti te den miedo las atracciones o los insectos, pero si demuestras miedo ante estas situaciones, tu hijo probablemente acabe desarrollando también esta fobia.
  • No le obligues a pasar situaciones que teme. Los miedos se superan enfrentándose a las situaciones temidas de forma gradual y cuando se ha generado un clima de seguridad y confianza. Si le intentamos exponer de golpe puede que se intensifique su miedo.
  • Concédele algún poder sobre el miedo, algo que le ayude a superar lo que teme, como puede ser un amuleto, un objeto que le dé suerte, una luz mágica, o un atrapamiedos en su habitación.
  • Mucho humor. Un buen antídoto contra el miedo es transformar aspectos aterradores en características graciosas mediante dibujos y bromas.
  • Si la fobia aparenta estar fuera de control o las reacciones son desmesuradas y empieza a interferir en la vida familiar, social o académica del niño, es el momento de pedir ayuda profesional para que un psicólogo infantil os pueda ayudar a vencer esta fobia.

 

 

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