Las salidas con los amigos y la hora de llegada a casa son los primeros reclamos de independencia de la adolescencia, una etapa clave que se extiende de los 12 a los 18 años. Es entonces cuando suelen surgir los primeros roces en la familia. Ante estos primeros reclamos de autonomía hay que empezar a actuar. En estas primeras salidas, como en las que vendrán después, establecer un horario de llegada a casa garantiza la tranquilidad familiar.

El trabajo corresponde a los padres. Hay que concretar un horario acorde con las actividades del hijo (estudios, deporte…) y con un estilo de vida saludable; comunicárselo en el momento oportuno (no cuando esté enfadado), y ser conscientes de las consecuencias y hasta dónde vamos a negociar con él. El horario se adaptará a su edad y madurez (hay adolescentes que basta con sugerirles una hora de llegada). Y además tener en cuenta las circunstancias especiales (transportes, lugar de residencia). Estos son algunos consejos para lograrlo:

  • ¿A qué edad comienzo a negociar un horario?

Sobre los 14-15 años ya están preparados. A esta edad se les debe exigir que cumplan con una dinámica familiar y a cambio se les respeta las nuevas experiencias. Los pactos deben ser serios y claros, e incluso escribirlos en un documento, explicando las consecuencias de no cumplirlo. Así no hay lugar para ambigüedades. No se negocia minutos antes de salir, ni durante una discusión ni cuando haya habido un conflicto reciente que no se haya resuelto.

  • ¿Cómo actuar si llega veinte minutos tarde?

Hay que escuchar sus explicaciones, pero estas no le eximen de su retraso. Los adolescentes se despistan de la hora muchas veces, otras veces intentan arañar unos minutos más. Al día siguiente, debe entender que todo tiene sus consecuencias. Por tanto, en la próxima salida debe llegar antes. Si los retrasos son reiterados: no dejarle salir el fin de semana siguiente.

  • ¿Qué tener en cuenta cuando salga de casa?

Con quién va, a dónde y cuánto va gastar. No hay que perder de vista ninguno de estos datos, que nos facilitarán nuestros propios hijos. Hay que ganarse su confianza. Una manera de estar tranquilos es conociendo a sus amigos, los sitios que frecuenta el grupo, saber en qué ambientes se mueve… Esto ayudará a los padres a conocer los problemas que se pueden encontrar. Un aspecto también importante es el dinero que gastan, hay que limitárselo para que aprendan a valorarlo y no se conviertan en personas consumistas.

  • ¿Cómo alcanzar un acuerdo? Dialogar y escuchar con paciencia

No se debe buscar un diálogo entre iguales. Conviene llegar a un acuerdo, pero no por consenso. La cuestión no es evitar un conflicto por la vía fácil, sino dar criterio, educar. La participación de los hijos (su opinión) unida a las respuestas respetuosas de unos padres que les hacen pensar, les ayudará a entender la conveniencia de un horario.

 

 

Referencia. Primeras salidas nocturnas: guía práctica para padres de adolescentes

 

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