¿Alguna vez te has sentido tan nervioso que te has quedado bloqueado? ¿El enfado te ha llevado a decir cosas que no sentías y de las que luego te has arrepentido? ¿Has tenido una discusión con tu pareja porque el sentimiento de celos te había desbordado? ¿Comes de forma impulsiva aunque no tengas hambre? El autocontrol emocional es la capacidad que nos permite gestionar de forma adecuada nuestras emociones y no permite que sean éstas las que nos controlen a nosotros.

¿Hay emociones buenas y emociones malas? Podemos distinguir entre emociones positivas o negativas, dependiendo de si lo que sentimos nos gusta o nos disgusta, y por tanto queremos o no volver a sentirnos así. Pero diríamos que todas las emociones son buenas, ya que tienen una función adaptativa.

Las emociones son automáticas, en el mismo momento que estamos experimentándolas, tenemos el impulso de llevar a cabo una conducta. Si nos dejamos llevar por las emociones negativas (ira, rabia, enfado, celos, miedo…) la mayor parte del tiempo actuaremos de forma impulsiva y podremos llegar a tener problemas para alcanzar nuestros objetivos; lo que conllevará experimentar otras emociones negativas (culpa, rencor, resentimiento…), repercutiendo incluso en nuestra autoestima.

De lo que trata el autocontrol emocional, es de experimentar y expresar de forma adecuada cualquier emoción, controlando la conducta que llevamos a cabo al sentir esta emoción, de forma que no implique consecuencias negativas ni para nosotros mismos ni para los demás. Debemos tener muy presente que todos tenemos derecho a expresar, pensar o sentir lo que queramos, siempre que no perjudiquemos a nadie; por lo que el autocontrol emocional está relacionado con la conducta asertiva.

Para cambiar ciertos estilos comportamentales, el primer paso es tomar conciencia de nuestros hábitos emocionales inapropiados y a partir de ahí “reaprender” otros nuevos. Debemos desarrollar la habilidad para detectar y entender nuestras propias emociones, así como identificar la manera en que afectan a nuestro comportamiento. La regulación emocional nos permite comportarnos con seguridad, tomar decisiones más acertadas y tener una mejor relación con los demás.

Desde la psicología, disponemos de estrategias y herramientas para trabajar la regulación emocional. Las competencias emocionales que podemos trabajar y mejorar son:

  • Conciencia emocional. Capacidad para tomar conciencia de las propias emociones y de las emociones de los demás, saber etiquetar la emoción que estemos experimentando y aprender a identificar los componentes de la respuesta emocional: lo que estamos sintiendo, lo que estamos pensando, y la conducta que nos impulsa a hacer la emoción.
  • Regulación emocional. Capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. En esta fase comprendemos que el estado emocional interno no necesita corresponder con la expresión externa, tanto en nosotros mismos como en los demás, y aprendemos habilidades de afrontamiento y de autorregulación para gestionar la intensidad y la duración de los estados emocionales. Implica también la capacidad para autogenerarse y experimentar de forma voluntaria y consciente emociones positivas (alegría, amor, humor…) y disfrutar de la vida.
  • Autonomía emocional. Tiene que ver con la autogestión personal, como la autoestima, la actitud positiva ante la vida, la automotivación, la responsabilidad, la capacidad para analizar críticamente las normas sociales, así como la autoeficacia emocional.
  • Competencia social. Capacidad para mantener buenas relaciones con otras personas. Implica dominar las habilidades sociales básicas, la capacidad para la comunicación efectiva, compartir emociones, respeto, actitudes prosociales, prevención y solución de conflictos, asertividad, etc.
  • Competencias para la vida y el bienestar. Nos permiten organizar nuestra vida de forma sana y equilibrada. Contempla el fijarnos objetivos adaptativos, toma de decisiones, buscar ayuda y recursos, y buscar el bienestar emocional, personal y psicológico.

“Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta… eso no es fácil.”  Aristóteles.

El autocontrol de las emociones es un hábito que se adquiere. No tenemos porqué vivir experiencias emocionales en las que nos veamos desbordados por nuestras emociones, ni que interfieran en nuestra relación con los demás. ¿Vas a trabajar tus competencias emocionales?

 

Fuente: www.rafaelbisquerra.com

 

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