Que las habilidades sociales de los niños se desarrollen de una forma u otra, depende de varios factores como son el temperamento de cada niño, la maduración de su sistema nervioso, los factores ambientales y los educacionales. También tiene una gran influencia el desarrollo del lenguaje. No obstante, en líneas generales, podemos establecer unos hitos evolutivos en el desarrollo de estas habilidades:

 

  • 0-1 mes: El bebé está la mayor parte del tiempo dormido, salvo en los momentos en los que se alimenta. La alimentación juega un papel central en las primeras relaciones del niño con su madre. A través del llanto se “relaciona” con los demás, expresando sus necesidades y asegurando su protección. En torno al mes, aparece la “sonrisa mimética” cuando está cómodo o satisfecho, sin sentido de comunicación. Suele disfrutar cuando le bañan, y reacciona a la voz y a la cara de la madre y no le gusta que le estimulen demasiado.

 

  • 2-4 meses: Gracias al desarrollo de la visión y la audición establece una clara relación con quien le habla, presta atención, nos escucha, mueve sus manos abiertas y abre la boca queriendo hablar. Empieza a expresar sus sentimientos mediante gestos. Empieza la “sonrisa social” hacia la persona con la que está interaccionando, consolidando el vínculo afectivo. Puede empezar a reírse a carcajadas. Le gusta estar acompañado y mira mucho las caras.

 

  • 4-6 meses: Quiere tocar y coger las cosas. Está contento si está rodeado de otras personas, incluso si son extraños. Todo le interesa. Ya está casi todo el tiempo despierto durante el día. Conoce muy bien a sus padres, diferenciando a los desconocidos, y los busca para sentirse seguro.

 

  • 6-8 meses: Quiere estar más incorporado para ver el ambiente que le rodea y formar parte de él. Reclama más atención e imita algunos sonidos como la tos para que nos riamos con él. Le gusta que le hablen y le enseñen juguetes, sobre todo si tienen colores vivos o si hacen algún ruido. Explora los objetos con las manos y la boca. Ya no se mira tanto las manos, sino los objetos que sujeta con ellas. También va tocando su cuerpo, comenzando a nacer el sentido del “yo”. Se hace entender con muchos gestos y muestra muchas emociones. Puede diferenciar expresiones faciales o estados emocionales del adulto, y si le muestran alegría, él sonríe. Ya empieza a tener preferencias por algunas personas, especialmente por sus padres, y puede comenzar a extrañar. Reclama la presencia de su madre cuando se da cuenta de que está solo. Poco a poco se va acostumbrando a separarse de ella. Le encanta jugar con juguetes, le gusta tener uno en cada mano y tirarlo para que haga ruido. También le gusta mirarse al espejo, donde empieza a reconocer todo su cuerpo y a jugar con su imagen.

 

  • 9-10 meses: Comprende que los objetos siguen existiendo aunque él no los vea. Le gusta buscar objetos escondidos o esconderse él mismo. Juega al “cucu-tras”, entendiendo que las cosas o personas pueden desaparecer para luego volver. Imita gestos graciosos y empieza a entender el significado del “no”, aunque no suele hacer caso. Se queda quieto y atento cuando alguien dice su nombre. Se inicia la “curiosidad”, llamándole la atención todo lo nuevo. Inicia el juego de interrelación con otras personas. Se siente extraño ante los desconocidos como señal de la angustia de separación de sus progenitores. Va comprendiendo que es una persona única y diferente y poco a poco desarrollará su carácter y personalidad.

 

  • 10-12 meses: Se interrelaciona muy bien a través de juegos. Le gusta que le ofrezcan objetos que se mueven y le encanta tirar cosas para que los demás se las recojan. También puede ofrecer objetos y al final negarse a darlos. Usa los objetos para su finalidad, por ejemplo el peine para peinarse. Suele decir “no” con la cabeza y “baila” cuando oye música. Puede empezar a tener momentos de ansiedad cuando no consigue lo que desea. Suele hacer ya gestos de “hola” y “adiós”.

 

  • 12-16 meses: Socialmente es capaz de abrazar, de aceptar o de rechazar. La evolución del lenguaje favorecerá el desarrollo de actividades conjuntas con el adulto, que sigue siendo la parte más importante para él en los juegos, ya que todavía participa poco en juegos con otros niños. Comienza el interés por pequeñas construcciones y por juegos de encajar piezas, y ayuda a recoger cuando se le pide. Le encanta practicar las habilidades motoras que ha aprendido (subir y bajar escaleras, agacharse y levantarse, arrodillarse).

 

  • 16-18 meses: Ya tiene la noción de que el cuerpo es un todo unido y se inicia en el sentido de independencia. Además, el desarrollo de la marcha le permite una exploración más completa del entorno que le rodea. Le cuesta aceptar los límites y quiere comer solo. Señala con el índice aquello que le interesa, colabora al vestirse, entrega objetos cuando se le pide y da besos y abrazos a sus padres. Le gusta jugar a que le persiguen y buscar un escondite.

 

  • 18-24 meses: Es un gran imitador de las acciones del adulto, por ejemplo, en las tareas domésticas. Pasa las hojas de los cuentos, señala y nombra muchos de los objetos que va viendo en ellos. Conoce las partes de su cuerpo y las señala. Le atrae la relación con los demás y estar con otros niños; suele jugar a lo mismo que ellos, imitándolos, cerca pero aparte. Ya empieza a dar sentido a sus juegos, a dar a los juguetes el uso adecuado, por ejemplo abriga o da de comer a los muñecos, juega a las “comiditas” con platos y vasos de plástico. Se reconoce en el espejo y las palabras como “yo” o “niño” o “nene» indican que empieza a tomar conciencia de sí mismo como una persona distinta.

 

  • 2-3 años: Posee una imagen claramente definida del “yo” y progresa en su autonomía. La utilización del “no” es una manera de autoafirmarse (“yo puedo decidir”). Comienza la etapa de “oposicionismo” y rebeldía, así como de rabietas ante mínimas frustraciones. Participa en las conversaciones familiares y pregunta todo. Disminuye la ansiedad de separación y aumenta el interés por otros niños, a los que busca para jugar. Aparece el juego cooperativo, intercambiando ideas y haciendo cada uno un “papel”. Le encanta, por ejemplo, el “pilla-pilla”.

 

 

Referencias bibliográficas:

Guía práctica para padres. Desde el nacimiento hasta los 3 años. Asociación Española de Pediatría.

 

 

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