Se trata de una condición psicológica en la que aprendemos a creer que estamos indefensos, que no tenemos ningún control sobre la situación en la que nos encontramos y que cualquier cosa que hagamos es inútil; incluso si realmente se nos da la oportunidad para cambiar algo, no lo hacemos, impedidos por el pensamiento negativo que tenemos.

La teoría de la Indefensión Aprendida, descrita por el psicólogo Martin Seligman, explica cómo obteniendo resultados negativos al intentar solucionar alguna situación, caemos en una percepción de incapacidad, y aprendemos a comportarnos de forma pasiva. A raíz de sus experimentos con animales, descubrió que tras someter a un animal a descargas eléctricas sin posibilidad de escapar de ellas, dicho animal no emitía ya ninguna respuesta para huir aunque, por ejemplo, la jaula hubiese quedado abierta. El animal había aprendido a sentirse indefenso y a no luchar contra ello.

¿Cómo se origina la indefensión aprendida?

La mayoría de las veces que nos decimos a nosotros mismos que no podemos hacer algo, suele ser porque otra persona (a veces inconscientemente), nos ha inducido este estado, emitiendo mensajes del tipo “no vales para nada”, “tú no sirves para eso”, “no lo vas a poder conseguir”…

Por ejemplo, cuando un profesor le dice a un estudiante que  no vale para estudiar, o que no va a aprobar el curso, o percibe que sus padres no confían en sus posibilidades, empieza también a creerse que no es capaz de sacárselo y por tanto empieza un comportamiento más pasivo, en el que cada día estudia menos, y por tanto sus resultados son peores.

Otro claro ejemplo son las mujeres maltratadas. Cuando vemos estas situaciones desde fuera, pensamos que hubiéramos buscado ayuda o hubiéramos puesto solución antes. Los hombres que maltratan a sus mujeres, les inducen esta indefensión diciéndoles cosas como “dónde vas a ir si no estás conmigo”, “no vas a poder valerte por ti misma”… con lo que las mujeres psicológicamente no pueden hacer nada ya que han aprendido a sentirse incapaces de salir de esta situación.

Cuando una persona se le castiga de manera continua sin importar lo que haga, desarrolla indefensión aprendida, por lo que deja de responder e intentar. De esta forma, la teoría de la Indefensión Aprendida se relaciona con la depresión clínica, ya que nos afecta tanto cognitiva como afectivamente.

En otras ocasiones, nuestra historia de numerosos fracasos es la que nos hace vernos lejos del éxito. Adquirimos indefensión aprendida al ser ineficaces o menos sensibles para determinar las consecuencias de nuestro comportamiento.

Al intentar llevar a cabo algo que siempre deseamos hacer, pero, debido al fracaso, acabamos por perder la ilusión y abandonamos cediendo ante nuestro objetivo. No olvidemos que siempre podemos aprender, que siempre podemos mejorar. Si aprendemos de nuestros errores, si insistimos, si tratamos de mejorar nuestra autoestima pensando en que sí podemos hacerlo, seremos capaces de hacer muchas más cosas de las que nos creemos.

Publicaciones Relacionadas