La navidad suele ser un momento en el que se experimentan un sinfín de emociones y sentimientos. La mayoría son positivas como la alegría, entusiasmo, sorpresa, amor, y ganas de compartir todo eso con nuestros familiares y amigos más cercanos, pero otras negativas como la tristeza por los que no están, desilusión por no cumplirse las expectativas, frustración cuando terminan estas fechas, etc. Los niños también experimentan estas emociones y lo hacen de manera más intensa.

Y es que, las emociones o el estado de ánimo que manifestemos en esta época, no sólo depende del ambiente en el que nos encontremos, sino también de nuestra situación actual, y los eventos que hayan ocurrido en fechas cercanas.

Son los muchos los acontecimientos que pueden generar intensas emociones en Navidad. Las más comunes son:

  • Alegría e ilusión por el reencuentro con la familia, por los regalos, etc.
  • Tristeza por las ausencias, cuando algún familiar ya no puede estar con nosotros los niños y niñas también experimentan tristeza.
  • Las vacaciones y la Navidad suponen una ruptura con las rutinas de los niños y niñas, se acostumbran a hacer lo que quieren y cuando les ponemos límites se enfadan. El enfado suele contrastar con las emociones positivas e idílicas del momento.
  • Frustración, cuando no se cumplen sus expectativas. A veces, esperan muchos regalos y no tienen lo que quieren.
  • En navidades nos reunimos con otros familiares y aparecen otros pequeños de la familia, a veces los niños y niñas pueden sentir celos por la atención que reciben los otros, los diferentes regalos, etc.
  • Apatía, tristeza, y desanimo al finalizar las fiestas y tener que retomar la rutina diaria.

 

Por poder sentir todas estas emociones positivas y negativas, lo mejor que podemos hacer es: Identificar cómo nos sentimos (alegres, tristes, melancólicos, iracundos, etc.), Comprender nuestro estado de ánimo, es decir, encontrar el motivo que nos hace sentir así y Regular nuestras emociones, intentando adaptarnos a cada situación, sin que esto implique, camuflar nuestro estado de ánimo.

A partir de ello y de cara a las fiestas que van a empezar podemos:

  • Respetar las emociones y sentimientos de cada persona. Son individuales y muchas veces, circunstanciales.
  • No emitir juicios, pues cada persona vive sus emociones y situaciones de acuerdo a sus valores y creencias.
  • Promover el ser auténticos y asertivos, expresando lo que pensamos y sentimos sin herir a los demás o descalificar sus opiniones, de esta forma se evitan conflictos y se promueve la unión familiar.
  • Relativizar, es decir, no darle a estos días más importancia de la que realmente tiene para cada persona.

 

 

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