Las pesadillas son las alteraciones asociadas al sueño paradójico, y los terrores nocturnos infantiles son las alteraciones asociadas al despertar. A veces pueden confundirse y la distinción entre ambos puede ayudarnos a cómo intervenir con el niño que los padece.

Las pesadillas aparecen en la etapa del sueño en la que el cerebro está muy activo, se conoce como etapa de movimientos rápidos de ojos o etapa REM. Cuando los niños se despiertan por una pesadilla, las imágenes del sueño aún están frescas y pueden parecer reales pudiendo relatar el contenido de la pesadilla. Así que es natural que se sientan asustados y alterados y que llamen a sus padres para que los consuelen. La mayoría de las pesadillas ocurren sin que haya una razón aparente. Otras veces se producen cuando un niño está experimentado algún tipo de estrés o un cambio.

Las  pesadillas en niños más frecuentes son:

  • 2 años 6 meses: miedo a ser separados de sus padres y a los extraños.
  • 3-4 años: miedo a la oscuridad y a algunos animales.
  • 5-6 años: miedo a seres imaginarios como fantasmas y monstruos.
  • 9-10 años: miedo a la escuela y al daño físico.
  • A partir de esta edad se harán más importantes los miedos a situaciones sociales, al  daño corporal y al fracaso escolar.

En la mayoría de los casos las pesadillas en niños forman parte del desarrollo normal y desaparecerán después de un tiempo. Sólo se aconseja tratamiento psicológico si son muy frecuentes, muy intensas, se producen desde hace tiempo y causan otros problemas.

Los terrores nocturnos ocurren durante el sueño no REM. Durante un terror nocturno, un niño puede incorporarse y sentarse en la cama súbitamente y ponerse a chillar o gritar como si estuviera sumamente angustiado. La respiración y el ritmo cardíaco se le pueden acelerar. Al cabo de unos minutos o algo más, el niño se calma y se vuelve a dormir plácidamente. A diferencia de las pesadillas, que se suelen recordar al día siguiente, los niños no tienen ningún recuerdo del terror nocturno porque estaban dormidos mientras ocurrió. Es mejor no intentar despertar al niño durante un terror nocturno.

Los terrores nocturnos son relativamente poco frecuentes, solamente afectan a entre el 3 y el 6% de los niños. Se suelen dar en niños de entre cuatro y doce años y se han descrito en niños que:

  • Estaban muy cansados, enfermos, estresados o fatigados.
  • Estaban tomando un medicamento nuevo.
  • Dormían en un entorno nuevo o lejos de su casa.

Pero, si su hijo tiene terrores nocturnos repetidamente, hable con el pediatra del niño por si fuera preciso consultar a un especialista en sueño.

 

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