¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de apuntar a nuestros hijos a actividades extraescolares?

  • Es importante que dejemos que sean los menores los que decidan a qué clases extraescolares quieran ir para que no dejen de hacer otra de sus necesidades vitales: jugar. Si el niño aun no tiene edad o criterio para decidir qué actividad es la que más le gustaría, podemos darle a elegir entre tres o cuatro que le planteemos nosotros, que creamos que le puedan gustar y que a nosotros nos parezcan adecuadas y viables.
  • Debemos tener en cuenta que estas actividades resulten atractivas para el pequeño y no sean concebidas como una obligación. Cuando algún niño flojea en alguna asignatura, las clases de refuerzo académico pueden ser convenientes e incluso necesarias; no obstante, podemos alternar y combinar esta actividad porque necesita reforzarla, y otra que él elija para que pueda tener su espacio de ocio y diversión.
  • Es importante que tengamos en cuenta el carácter del niño (y la edad) para decantarnos por un tipo de actividad u otra. Por ejemplo, si el niño es movido, inquieto y con mucha fuerza, las actividades deportivas pueden ser una buena vía de escape; pero, si el niño es más pausado, reflexivo y creativo, actividades de música o pintura podrán fortalecer esas características. Por otro lado, los niños con problemas de atención e hiperactividad pueden beneficiarse de actividades como las artes marciales, ya que favorece la autorregulación, la memoria y la disciplina. Y los deportes en equipo pueden favorecer la socialización para niños que tengan más dificultades para relacionarse o tiendan a ser más competitivos.
  • También debemos considerar la etapa en la que se encuentra el pequeño. Por lo general, en la etapa de infantil suelen ser muy beneficiosas la psicomotricidad, la música, y la iniciación de otros idiomas, ya que en las edades tempranas tienen más facilidad para estos aprendizajes. A partir de estas edades, teniendo en cuenta el resto de variables que comentamos, cualquier actividad puede resultar beneficiosa.
  • También se recomienda que, si el niño se cansa a las pocas semanas o meses de haber iniciado la actividad, que le transmitamos que durante este curso esta actividad ya está elegida, pero para el próximo curso puede probar otras nuevas. Con esto favorecemos el sentido de responsabilidad y de toma de decisiones de los niños (sobre todo si hemos permitido que eligieran ellos la actividad), pero a la vez les damos la visión de que las actividades son para complementar las destrezas y los aprendizajes del colegio, y que la idea es que disfruten de estas actividades y vayan a gusto.
  • Es importante que valoremos la carga académica con la que el niño llega a casa para establecer la cantidad de horas que puede invertir en extraescolares. Es preferible no sobrecargar la agenda de los niños, deben de tener tiempo para el juego libre ya que favorece el desarrollo de su creatividad, así mismo, es conveniente que no intentemos ocupar cada minuto de su tiempo ya que les ayudamos a ser poco tolerantes con el aburrimiento. También va a depender del tipo de actividades extraescolares; es decir, si son actividades donde requieran más estudio y concentración, o son actividades que permitan al niño moverse y sociabilizarse; así como si las actividades las hemos elegido nosotros porque queremos que sean buenos en eso, o si las han elegido ellos porque les resultan divertidas y entretenidas. En cualquier caso, debemos recordar que lo poco gusta y lo mucho cansa, ya que abusar de las actividades extraescolares puede incidir negativamente en el rendimiento académico y en un nivel de agotamiento psicológico en los niños.
  • Es importante que tengamos en cuenta que todas las personas no vamos a ser buenas en “todo”, no insistamos en reforzar todo lo que al niño le cuesta porque puede minar su autoestima y, por el contrario, reforcemos aquellas características en las que el niño sí es bueno y disfrute.

¿Podemos concluir que las extraescolares son beneficiosas para nuestros hijos? La respuesta es sí, ya que favorece la socialización, la tolerancia, el respeto a las normas, la constancia y el esfuerzo por conseguir lo que se proponen y el entrenamiento en la frustración, lo que repercute de forma positiva en su autoestima.

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