En una relación de pareja existe un fuerte vínculo entre las personas que la conforman. En ocasiones ese mismo vínculo puede verse debilitado por determinados factores: poco tiempo libre, interferencia de las familias de origen, acontecimientos estresantes o la falta de comunicación entre otros.

La falta de habilidades de comunicación, de resolución de conflictos o de negociación puede hacer mella en la pareja ya que favorecen la aparición de discusiones. ¿Es malo entonces discutir? – ¡Depende!, el problema reside en cómo se discuta. Es inevitable y además saludable que en cualquier tipo de relación exista disparidad de opiniones y que cada persona sepa argumentar y defender su postura. En contraposición alterarnos, elevar la voz, mezclar muchos temas o sacar trapos sucios y además hacerlo con frecuencia ya no es saludable. Esto puede ser totalmente evitable ya que en muchas ocasiones las discusiones van a más de manera inadecuada por nuestros propios fallos en la comunicación. Algunos de estos fallos pueden ser: poca empatía con la otra parte, nuestro comportamiento no verbal, no expresar sentimientos positivos hacia la otra persona o no realizar una buena escucha activa (prestar total atención al otro y demostrarlo) cuando nos hablan.

Como hemos dicho anteriormente hay momentos en los que no se puede evitar discutir sobre ciertos temas y además es bueno hacerlo, teniendo en cuenta unas premisas básicas. Es muy importante que antes de empezar una discusión nos planteemos lo siguiente:

  • Contenido: ¿Qué voy a decir?
  • Objetivo: ¿Por qué voy a decirlo? ¿Qué quiero buscar con ello?
  • Forma: ¿Cómo voy a decirlo?

Esto favorecerá que se trate el tema en cuestión y no haya lugar para reproches o medias tintas. Para empezar a mejorar nuestra comunicación, además de lo anteriormente mencionado, vamos a tener en cuenta a partir de ahora estas tres reglas básicas:

  • Tener muy claro mi objetivo antes de comenzar a hablar.
  • No pretender adivinar o interpretar ni mostrarnos suspicaces cuando vayamos a escuchar a nuestra pareja.
  • Tener muy en cuenta nuestro cuerpo, gestos y movimientos, es decir, nuestro lenguaje no verbal ya que este habla exactamente igual de claro que el expresado verbalmente.

Estas reglas nos pueden ayudar a evitar aquellas discusiones que sean innecesarias porque vengan originadas por un fallo en nuestra comunicación en pareja. Otro de los problemas que suele surgir es que una vez hemos empezado a discutir, la situación va in crescendo y hace que una cosa que empezó como una tontería pueda desencadenar en un fuerte desencuentro. Esto último es lo que suele ocasionar más daño y favorece que el vínculo del que hablábamos al principio pueda verse debilitado.

Si ya sabemos qué podemos tener en cuenta antes de comenzar la discusión ahora es importante que conozcamos algunas pautas para evitar que las disputas vayan a más. Estas son:

  • No amenazar, insultar o intimidar, en resumen no faltar al respeto.
  • No sacar trapos sucios del otro así como evitar frases del tipo “pues anda que tú…” “y mira quién fue a hablar” “nunca vas a cambiar…”.
  • No utilizar ese momento para comentar errores o comportamientos que no nos gustan de la otra persona. Es la peor situación y solo puede hacer que aumente la tensión.
  • Aceptar que habrá temas de discusión que no tendrán solución porque puede que simplemente se trate de opiniones diferentes sobre un tema, por lo que no llevará a nada darle vueltas una y otra vez. Sería bueno zanjar el asunto con un: “tú opinas de esta manera y yo de la otra, pero no hay necesidad de discutir”.
  • Si vemos que el nivel de tensión se está incrementando decir: “Estamos poniéndonos nerviosos, es mejor hablarlo después más calmados”.
  • Si la otra persona insiste, alejarnos físicamente yéndonos a otra habitación o a dar una vuelta siempre avisando y explicando el motivo de porqué lo hacemos.

La comunicación en pareja es esencial para que ésta funcione. Muchas de las discusiones que tenemos en nuestro día a día y que van desgastando la relación podrían evitarse simplemente si somos capaces de pararnos a reflexionar y aplicar estas reglas básicas. Cabe recalcar que el objetivo no es evitar a toda costa una discusión o ceder ante las necesidades de la otra persona por evitar un conflicto. Como todo, las discusiones tienen su objetivo y es hacer que las personas mostremos nuestra opinión, punto de vista o desacuerdo con algo y eso siempre es positivo y saludable. El problema viene cuando las discusiones carecen de fundamento, se hacen de manera inadecuada donde el objetivo principal se ha perdido de vista por tanta información o reproches o se suceden con mucha frecuencia. Si este es el caso es importante tomar conciencia e intentar reflexionar sobre si alguna cosa no está bien, ya que probablemente este tipo de situación esté afectando a nuestro estado de ánimo y a la relación.

 

 

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