A lo largo de estos días se está hablando mucho de los sanitarios, de la labor encomiable que realizan, de los riesgos a los que están expuestos, de las largas jornadas de trabajo… prácticamente toda la sociedad se encuentra volcada con este colectivo, considerados ya como héroes y heroínas.  De puertas hacia fuera lo son, es lo que vemos, sentimos y nos trasmiten cada día, pero a veces nos cuesta imaginar que tras esa puerta, cuando se quitan las mascarillas, los guantes y demás atuendos se convierten en lo mismo que nosotros, unos seres humanos.

Seres humanos con sus miedos, inseguridades, preocupaciones, cansancio, agobios y frustraciones. Sentimientos que han podido verse incrementados por la situación que están viviendo actualmente y que los acompañan en su día a día. Solemos preocuparnos de las cosas que se ven, haciéndonos preguntas como “¿Comerán bien? ¿Estarán descansando sus horas? ¿Cómo hacen para no contagiarse?” pero solemos prestar menos atención a aquello que no es tan visible, como lo es la salud mental.

Por las circunstancias en las que nos encontramos nos ha tocado adaptar nuestra vida en muchos aspectos y muy rápidamente. Además, todos los profesionales que estos días siguen teniendo que ir a trabajar se enfrentan a grandes retos y dificultades. Todo ello puede favorecer que aparezcan problemas que nos afecten a nivel físico, pero también a nivel mental. Algunos de ellos pueden ser:

  • El estrés, que debilita nuestro sistema inmune y puede favorecer la aparición de problemas físicos como dolores musculares, caída de pelo… y mentales como trastornos de adaptación o trastorno de estrés postraumático.
  • Ansiedad, que puede manifestarse igualmente tanto a nivel físico con dolores o molestias (somatizaciones) como a nivel mental con la aparición de alguna fobia específica (a los médicos, las enfermedades, agujas…) o trastorno obsesivo compulsivo, entre otros.
  • Depresión, que puede manifestarse de diversas maneras: con una pérdida de motivación o de placer hacia las cosas que antes nos gustaban (a nivel laboral puede aparecer el síndrome de burn out o “quemarse”), con una sensación crónica de cansancio, con cambios en nuestra manera de comer y de dormir (por aumento o por disminución), cambios en nuestro estado de humor, etc.

Por esto mismo es importante prestarnos atención, para ser capaces de identificar pequeños cambios o las señales que nos manda nuestro cuerpo. Algunas estrategias para prevenir el desarrollo de posibles problemas presentes y futuros pueden ser:

  • Buscar pequeños huecos al día para nosotros mismos, así como pactar pequeños ratos en pareja o familia.
  • Intentar planificarnos, el día tiene 24 horas así que intentemos sacar el máximo provecho de él ya que somos más que nuestros trabajos.
  • Los ratos o días libres, busquemos momentos para nuestros amigos y familiares, utilicemos plataformas para hacer videollamadas, siempre es mejor vernos que mandarnos simples mensajes. Una buena sonrisa puede alegrarnos el día.
  • Pensar en alguna actividad que nos reporte placer (pintar, leer, charlar, darse una ducha…) y disfrutémosla plena y conscientemente los ratos que tengamos libres.

Si a pesar de esto seguimos notando malestar sería recomendable consultar con un especialista para que nos ayude a reestablecer nuestro equilibrio y hacer frente a las dificultades.

 

 

Publicaciones Relacionadas