Después de casi dos meses de confinamiento, con movimientos y actividades restringidas, hemos llegado a un punto en el que poco a poco va empezando el desconfinamiento y el levantamiento de algunas de las restricciones impuestas. Dentro de estas, nos encontramos con que podemos realizar paseos y deporte fuera de casa en determinada franja horaria y con algunas limitaciones, como es la distancia y el contacto social.

Gran parte de la población esperaba con ganas que se volviera a permitir estas salidas y en seguida, tras tantos días de encierro, aprovecharon para disfrutar de un tiempo agradable fuera de casa. Sin embargo, otra parte de la población no lo está viviendo de la misma manera.

Últimamente, se está hablando mucho sobre un fenómeno que debido al confinamiento ha aumentado su frecuencia de aparición, el síndrome de la cabaña. Este consiste en la aparición de miedo, ansiedad, angustia o inseguridad ante la posibilidad, o el hecho, de salir de casa después de largo tiempo de aislamiento. Es importante especificar que no se trata de un trastorno psicológico, si no que es un proceso de adaptación normal. ¿De qué depende entonces que lo presentemos o no? Por una parte, de los rasgos de personalidad y por otra de cómo estemos viviendo, sintiendo o experimentando la situación.

Tras meses de reclusión, hemos tenido que adaptarnos a nuevas rutinas, un modo de vida distinto al que mucha gente ha conseguido acostumbrarse, encontrarse medianamente cómodos, hacer cosas que antes no se hacían por incompatibilidad horaria, tener más tiempo para uno mismo y para la familia, entre otras cosas. Si a esto le sumamos la constante incertidumbre en todos los aspectos a la que estamos sometidos, el cambio y el riesgo todavía existente, muchas personas pueden hacer de su casa su refugio, su lugar seguro donde sentirse protegidos, a salvo.

Por ello, es normal que ante esta situación se pueda experimentar miedo, ansiedad, estrés, incertidumbre, inseguridad o angustia.

 

Otras características que pueden acompañar a este fenómeno son:

  • Problemas de concentración o fallos de memoria.
  • Falta de motivación.
  • Tristeza.
  • Frustración.
  • Aunque no aparezca el miedo, simplemente puede aparecer desinterés o falta de ganas por salir al exterior porque prefieren quedarse en casa.

También es importante entender que cada persona tiene un ritmo de adaptación. Si actualmente estás experimentando, tú o alguien cercano, lo que hemos descrito, daros vuestro tiempo, intentar no presionaros y poco a poco retomaréis vuestras vidas. Aquí tenéis algunas pautas que os pueden ser de ayuda para facilitar este proceso:

  1. Planifica una rutina y síguela. Es importante mantenerse activo, incorporando en esta: tareas de casa, del ámbito académico/laboral y de ocio.
  2. Plantearse objetivos razonables. Con el fin de ir retomando las actividades cotidianas de antes del confinamiento y también para elaborar objetivos nuevos sobre metas que queramos conseguir. Esto último nos ayudará a ganar motivación. Además, por ejemplo, podemos planificarnos pequeñas salidas y poco a poco ir aumentando su duración.
  3. Realizar ejercicio físico. Importante incluirlo en nuestra rutina, ya que el ejercicio nos ayuda a cuidar nuestra salud física y mental, nos ayuda a sentirnos mejor.
  4. Mantener contacto social. Aunque podamos hacer más cosas, es importante que sigamos manteniendo el contacto con nuestros amigos y familiares de igual manera o más que antes.
  5. Pensar qué cosas te gustarían o quieres hacer cuando todo pase. Ideas sobre actividades personales, sociales, lúdicas, laborales o cualquier cosa que te gustaría realizar una vez tengamos más libertad.
  6. No dejes lo que hacías. Intenta mantener esas actividades que has podido hacer durante el confinamiento y que antes de este no podías realizar. Sigue dedicando tiempo a tus aficiones, a hacer cursos, a pasar tiempo en familia, a cuidarte, a cocinar, etc. Podemos reservar unas horas a la semana a todo ello.
  7. Expresión emocional. Es importante expresar cómo nos sentimos, permitirse sentirse triste, ansioso, etc., y tratar de entender por qué nos sentimos de esa forma.
  8. Esto no quiere decir estar conforme o resignarse, si no asumir que hay cosas que no podemos controlar, pero hay otras en las que sí que podemos influir. En estas últimas son donde nos podemos enfocar y de las que hemos hablado en los otros puntos.

Como hemos dicho, forma parte de un proceso normal, aunque puede derivar en complicaciones. Si estás experimentando malestar, si este proceso se está alargando más allá del confinamiento, tienes dificultades para llevar el día a día y no consigues encontrarle solución recomendamos la búsqueda de ayuda profesional. Mediante la terapia psicológica se podría afrontar y superar si este proceso se derivara en un problema.

Si tienes alguna duda sobre este tema o te gustaría saber más, ponte en contacto con nosotros sin compromiso. info@clinicaarrels.com – 669 671 481

 

 

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