Es posible que en alguna ocasión hayas oído hablar del vaginismo, pero lo impactante de esta afección es la prevalencia que existe en la población. Se estima que entre un 2 y un 4%, incluso algunos autores afirman que un 7% de la población femenina adulta lo padece. Estas cifras podrían aumentar más si cabe puesto que es un trastorno que suele comportar emociones de vergüenza o de culpa y existen numerosos casos en los que ni siquiera se recurre a pedir ayuda.

El vaginismo es una afección sexual que padecen exclusivamente las mujeres y que consiste en un espasmo o contracción involuntaria de los músculos que rodean el tercio externo de la vagina, especialmente el esfínter vaginal, que son los principales músculos encargados de la apertura vaginal. Al producirse dicha contracción, la penetración se vuelve muy dolorosa y en algunos casos inviable independientemente del grado de excitación sexual alcanzado por la mujer.

Este espasmo no solo es involuntario, sino que en sí es indoloro por lo que la mujer no es consciente de que le pasa hasta que no llega el momento de la penetración. Es importante anotar que el vaginismo puede darse en situaciones diferentes a las relacionadas con el coito, por ejemplo, puede producirse frente a exploraciones ginecológicas, durante la masturbación (en el momento en el que se quiera insertar cualquier objeto en la vagina), etc.

Esta afección se mantiene en el tiempo porque generalmente tras el primer episodio de dolor durante la penetración la mujer desarrolla un miedo y ansiedad anticipatorios frente a las siguientes ocasiones en las que se pudiera repetir. En el momento de la penetración al encontrarse nerviosa su cuerpo reacciona involuntariamente y contrae la musculatura lo que inevitablemente dificulta la relación sexual y la convierte de nuevo en una experiencia muy dolorosa. El dolor y la contracción se van retroalimentando (a más contracción, más dolor y a más dolor, mayor contracción) como mecanismo de defensa del cuerpo. Esto provoca que la mujer termine por evitar cualquier situación en la que intervenga la penetración, por lo tanto, el problema persiste en el tiempo (se muestra ejemplo a continuación).

¿Y el vaginismo cuando aparece? Pues puede ser de varias maneras: por un lado, puede estar presente desde el inicio de la actividad sexual (por miedos previos, creencias en contra de la sexualidad, una mala experiencia temprana, abusos sexuales…). En cambio, también puede aparecer tras un periodo de actividad sexual normal (por ejemplo, tras alguna infección urinaria o por medicación que curse con dolor pélvico). Hay que tener en cuenta que cada mujer es completamente distinta por lo que la aparición será diferente, en algunos casos puede existir un vaginismo general, es decir, que esté presente en todas las situaciones, pero otras veces pueden presentar vaginismo situacional. Esto último quiere decir que este problema se presenta en algunas mujeres en situaciones determinadas o con compañeros/as sexuales concretos, así como con tipos de estimulación diferentes.

A pesar de lo difícil que es para las mujeres que lo padecen es importante saber que no solo tiene cura si no que la mayoría de las mujeres consiguen superarlo con la terapia adecuada y los cambios son persistentes en el tiempo. Para revertir el vaginismo es importantísimo hacer:

  • Muchísima psicoeducación emocional para aprender a gestionar de un modo adecuado todas los pensamientos y emociones negativas que surgen a raíz del problema.
  • Trabajar la ansiedad para que la persona sea capaz de afrontar las situaciones que le generan malestar y no tenga que evitar mantener relaciones sexuales o cualquier actividad que implique penetración.
  • Practicar mucho la relajación progresiva para ayudar a la persona a que sus músculos estén mucho más relajados.
  • Aprender a respirar adecuadamente para disminuir las sensaciones de ansiedad y poder contribuir a que se relaje.
  • Hacer ejercicios de Kegel, que consisten en contraer y relajar los músculos de la vagina para reentrenarla y así eliminar también el dolor.
  • Utilizar dilatación progresiva de manera que la mujer poco a poco vaya siendo capaz ella misma y a su ritmo de introducirse (de menor a mayor tamaño) unos dilatadores en la vagina.

Es muy importante pedir ayuda profesional cuando nos encontramos en una situación así ya que no solo afecta a nivel sexual si no que la mujer acaba sintiéndose realmente mal a nivel anímico ya que su autoestima y la seguridad en sí misma se ven muy afectadas.

 

 

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