Las normas y los límites son necesarios, pero tenemos que saber cómo aplicarlos. Hay muchas familias que reniegan de las normas y los límites porque piensan que no son necesarios, o les cuesta mucho ponerlos ya que una de las interpretaciones es que muchos de nosotros venimos de familias y sistemas educativos muy autoritarios, en los que nos ponían muchos límites y normas sin explicarnos el por qué, y eso ha generado en muchos de nosotros un rechazo como padres y madres que no queremos hacer con nuestros hijos/as lo que nuestros padres han hecho con nosotros.

Por tanto, muchas veces nos vamos al otro extremo, y no queremos saber nada de normas y límites, no queremos que nuestros hijos se sientan mal por una imposición que nosotros podamos hacerles… la solución no es irnos al lado contrario y huir de las normas y los límites, sino buscar un término medio y ver cómo lo hacemos para poner normas y límites de una forma respetuosa que tenga en cuenta sus necesidades y sus emociones.

¿Para qué sirven los límites?

  • Para desarrollar sentimientos de autonomía y seguridad en sí mismos
  • Para el aprendizaje de hábitos y conductas adecuadas para su edad
  • Para sentirse que es guiado en su crecimiento personal (“si tengo límites y normas es porque se están ocupando de mí”)
  • Para desarrollar sentimientos de pertenencia a la organización familiar, escolar y social
  • Para desarrollar sentimientos de autoestima cuando logra conseguir las metas que las normas o límites le presentan
  • Para desarrollar el autocontrol y la autorregulación

 

Por tanto, es esencial poner límites para ayudar a nuestros hijos a que se comporten adecuadamente. Pero entonces, ¿por qué nos cuesta poner límites?

  • No sabemos o no queremos decirles “no”
  • Nos asusta defraudarlos
  • No queremos frustrarlos… “ya sufrirán cuando sean mayores”
  • Nos preocupa ser demasiado autoritarios
  • No queremos que sufran lo que nosotros sufrimos
  • Compensamos la falta de tiempo y dedicación con una actitud indulgente (y culpable)
  • Tenemos miedo al conflicto y a sus malas caras
  • Nos da pereza corregir, reflexionar, imponernos…

 

El objetivo final de todo proceso educativo debería ser el de formar personas libres y seguras de sí mismas y eso sólo es posible si la autoridad ha estado presente en el proceso. Si pones límites y te mantienes firme, transmites justamente la seguridad necesaria para que luego pueda adquirirla. Esto les hace sentir estables. Si te muestras dudoso, sin criterio propio, inseguro en cuanto al establecimiento de normas, transmites desconfianza e inestabilidad.

 

 

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