El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) tiene que ver con la existencia de pensamientos e impulsos que bloquean la mente de la persona que lo padece, atemorizándole y atormentándole. Implica ciertos rituales o conductas repetitivas que el niño siente la necesidad de realizar para prevenir que sucedan cosas “malas” y para dejar de sentir que las cosas “no están bien”, teniendo dificultad para interrumpir o finalizar estos rituales. Para las personas de su alrededor pueden carecer de sentido estas obsesiones, pero quien padece un TOC no puede evitarlas, le provocan ansiedad, le generan una tremenda angustia y le causan un gran sufrimiento.

La mayoría de los niños y adolescentes con TOC tienen tanto compulsiones como obsesiones, aunque en niños más pequeños suelen predominar las compulsiones. La presencia de estas obsesiones y compulsiones repetidas interfieren en la rutina y en las relaciones sociales y familiares de estos niños. Es frecuente también que los niños con TOC hagan infinidad de preguntas sobre si las cosas son seguras o sobre si tenemos la certeza sobre algún aspecto.

Las obsesiones más frecuentes son las relacionadas con: la muerte (piensan en la posibilidad de morir ellos o algún ser querido), el sexo (piensan en la diferencia biológica entre niños y niñas, peor se sienten mal al pensar en ello ya que creen que tener estas ideas no está bien), las enfermedades (piensan que ellos o sus padres pueden tener una enfermedad grave), miedo a contaminarse, y temor a equivocarse o hacer las cosas incorrectamente.

Las compulsiones más frecuentes son las que tienen que ver con: lavarse continuamente, limpiar constantemente, realizar comprobaciones una y otra vez, preocupación excesiva por el orden, acumular cosas sin desprenderse de nada, repetir constantemente una acción (sienten que tienen que hacer las cosas un número concreto de veces o de una forma determinada o de lo contrario, les puede suceder algo malo a ellos o a sus familiares).

Aunque la edad de inicio más frecuente se sitúa entre los 15 y los 20 años, el TOC infanto-juvenil puede empezar a manifestarse sobre los 8 y 9 años, incluso se han observado síntomas en algunos niños de 3 y 4 años.

No debemos confundir el TOC con algunos comportamientos obsesivos-compulsivos que se dan durante la niñez pero no constituyen un TOC.  El niño sano desarrolla rituales sin que éstos interfieran en el resto de su vida y de su comportamiento. Puede jugar a no pisar las rayas de la acera mientras camina, o llevar el día del examen un objeto concreto que considera que le da suerte, o mostrarse muy meticuloso con sus pertenencias personales, o ser autoexigente con sus estudios,  o comprobar que la puerta de entrada está perfectamente cerrada cuando se queda solo en casa… Pero estos niños son alegres, tienen amigos, son sociables, su proceso de aprendizaje es correcto y va bien en el colegio. Pero cuando un niño se siente obligado a realiza estos actos repetitivos y no los considera juegos que puede realizar de forma tranquila es cuando tenemos que empezar a preocuparnos. Podemos considerarlo un problema cuando al interrumpirlo mientras realiza una compulsión, el niño se angustia y se muestra irritable. En todo caso, ante algún síntoma de alarma hay que acudir a un especialista.

El TOC es un problema neurológico, está relacionado con ciertas anomalías químicas y funcionales del cerebro. Aunque no se puede predecir quién desarrollará TOC, sí se puede hablar de una cierta tendencia parcialmente hereditaria. Aunque parezca casi una enfermedad crónica, es un problema tratable. La terapia cognitivo-conductual resulta muy beneficiosa ya que enseña a los niños nuevas formas de pensar y responder a los pensamientos e impulsos que caracterizan al TOC.

 

 

Fuente:

El Trastorno Obsesivo-Compulsivo en el mundo infantil y juvenil. Guía práctica para padres. Asociación de Trastornos obsesivo-compulsivos.

Huebner, D. (2009) Qué puedo hacer cuando me obsesiono demasiado. TEA Ediciones S.A.

 

 

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